El 24 de noviembre Antón Costas y Jon Bilbao conversaron en el marco del proyecto Eta Orain Zer en torno a la “La ineludible renovación del contrato social”.  Dos perfiles profesionales, con trayectorias diferentes pero complementarias, que contribuyeron a perfilar el diagnóstico sobre el que se asienta la necesidad de contar con un nuevo contrato social que actúe, a modo de pegamento, como elemento estabilizador del buen funcionamiento del sistema político y democrático.  La conversación dio lugar también a una batería de propuestas de calado e interés sobre la mejor manera de dotar a dicho nuevo contrato social de contenido.

En efecto, la pandemia y las medidas adoptadas para hacerle frente ha provocado una crisis de magnitudes difíciles de evaluar tanto en la dimensión sanitaria, como en la económica y social. En este contexto marcado por la incertidumbre resulta muy pertinente abrir un debate, que nos interpela a todos, acerca de cuáles son esos elementos esenciales que debemos tomar en consideración para renovar el contrato social, así como los actores que en su caso deberían jugar un papel destacado en su consecución. 

En este sentido, Antón Costas comenzó preguntándose ¿qué hace que una sociedad liberal funcione de forma armónica? ¿qué hace posible que el capitalismo genere prosperidad y la democracia evite caer en el caos? La respuesta la encuentra en el concepto de contrato social entendido como un compromiso entre aquellos a los que les va bien con aquellos otros que tienen el riesgo de quedarse atrás. Un compromiso que, a su juicio, se ha deteriorado en los últimos años por un sumatorio de factores generando desigualdades significativas que impactan muy negativamente en nuestras sociedades. La desigualdad más peligrosa es, en su opinión, aquella que procede del sentimiento de pérdida de buenos empleos por parte de amplias capas de la sociedad. Desde esta tesis, el reto pasa necesariamente por reconstruir una estructura económica capaz de generar esos buenos empleos. En similar sentido se pronunció Jon Bilbao quien tras repasar las consecuencias negativas que deja la globalización, sin olvidarse de reforzar también las oportunidades que genera, mostró su firme convencimiento en la necesidad de reordenar nuevos consensos que permitan afrontar ese futuro contrato social desde posiciones más sólidas.

¿Cómo hacer factible ese nuevo contrato social? Los ponentes no evitaron subrayar la dificultad del reto si atendemos a la pluralidad de actores, intereses y valores en juego. En este sentido, Antón Costas repasó los distintos modelos de contrato social actualmente existentes (liberal, populista, izquierda y progresista) para, a continuación, señalar que un contrato social de corte progresista requeriría necesariamente tener presente, al menos, tres elementos: buenas ideas en torno a la relación equidad-eficiencia, un ‘nuevo clima de la época’ que permita acercar valores diferentes al amparo de la racionalidad que impone la incertidumbre y, finalmente, un activismo social que haga factible incorporar la variable de sostenibilidad en el ámbito económico. 

Por su parte, Jon Bilbao dejó constancia de la importancia de reforzar los espacios de confianza. Solo así cree que es posible armar los consensos necesarios que exige la renovación de un contrato social. A su juicio, la sociedad ha perdido la confianza en las instituciones, pero también en las empresas cuya búsqueda del beneficio en un entorno de competencia muy dura ha impactado en el mercado laboral dando lugar a una precariedad casi sistémica. La recuperación de la confianza necesita, a su entender, un ejercicio riguroso que nos permita discernir las lógicas de funcionamiento interno de la empresa (marcada por la lucha por el beneficio como mecanismo de superviviencia empresarial) y aquella otra que conecta a la empresa con los fines sociales. Una vez aclarado esta doble perspectiva tiene sentido plantearse fijar un marco de relación entre ambas variables para lograr un resultado armónico y virtuoso. Ese marco debería ser el nuevo contrato social. Antón Costas sugiere, por su parte, la conveniencia de observar el funcionamiento del mercado y la concentración del poder de las empresas durante los últimos años para, observando los fallos, disponer la mejor manera de reorientar el propósito de estas últimas a los efectos de poder facilitar el camino para recuperación la confianza de la sociedad. Jon Bilbao apela también a la necesaria colaboración pública-privada como espacio óptimo para impulsar nichos de prosperidad. Una colaboración que debe ampliarse, a juicio de Antón Costas, al tercer sector.  

Los ponentes ordenaron sus últimas reflexiones en torno a las tendencias que la pandemia ha acentuado y que están propiciando profundos reequilibrios en la relación mercado-Estado; en lo que afecta a la relación globalización-autonomía de las políticas nacionales, así como en lo relativo al crecimiento económico. Un triple reequilibrio que invita a pensar en clave de soberanía industrial sin que ello implique, en modo alguno, un retroceso en el grado de apertura de nuestras economías, sino más bien un nuevo contexto desde el que favorecer la colaboración para la mejor provisión de bienes públicos globales.  

La conversación concluyó, a modo de reflexión final, con una última ronda de intervención en la que los ponentes fijaron el nuevo contrato social como un horizonte esperanzador siempre que resulte factible la creación de más y mejores empleos como estrategia más eficaz para luchar contra la desigualdad que amenaza la estabilidad del sistema.